La muestra fotográfica “Infancias silenciadas”, de Coli
Echaide, interpela a la sociedad en un drama que es más común que lo que se
cree, y son los abusos sexuales hacia los niños y niñas. Entonces, sobra real
importancia este tipo de trabajos, como denuncia social.
Fotos, textos escritos a mano en un cuaderno escolar, configuran
este trabajo a modo de ensayo, que dan cuenta del horror que le tocó sufrir a
tres niños y niñas, que se animaron a dar su testimonio para que no vuelvan a
ocurrir estos casos y que, al final, aparece como una forma de liberación.
La curadora, Micaela Cartier, señala: “Deseamos ver lo que
miramos, que las niñas-adultas juegan a la escondida junto con su muñeca, que
el niño-adulto prepara su autito para una gran carrera y que la artista
contempla el sol de esa mañana. Deseamos con todas nuestras fuerzas que fuese
así; pero rápidamente nos damos cuenta que esos instantes fueron silenciados a
la sombra de momentos llenos de miedo e incertidumbre, de comprobar que son
demasiado chicos para entender los ‘juegos’ que proponían los adultos”.
“Por medio de estas imágenes tenemos la obligación y el
deber de preguntarnos ¿Cómo sucede? ¿Cuándo sucede? y, ¿Cuánto nos queda por
hacer y qué hacer? para que no tengamos que hablar nunca más de estas infancias
llenas de miedo, dolor y silencios”.
“Hace cuatro años que participo en los talleres de
fotografía de Daniel Muchiut, quien siempre plantea un tema para el año. ‘Infancias
Silenciadas’ se desprende de una de esas propuestas que hicimos el año pasado,
donde trabajamos el tema de las sexualidades. Yo lo abordé desde esta óptica”,
dijo Coli Echaide al referirse a su trabajo.
“Lo hablé con Daniel, quien me apoyó mucho y luego con
personas que sufrieron este drama y se animaron a ser retratadas. Eso me abrió
las puertas para encontrar a otras personas. Necesité más tiempo para
terminarlo y lo pude concluir ahora, en la presentación”.
Liberación
Respecto a la reacción de las personas que se animaron a ser
parte del trabajo que, de alguna manera, volvieron a vivir lo que sufrieron,
Echaide dijo: “En principio, hubo mucha necesidad de poder contarlo,
expresarlo. Todos accedieron porque se dio en el ámbito del arte, no desde otro
lugar. También por la empatía que se generó entre los retratados y yo. Al
final, permitieron que el trabajo sea posible. De alguna manera, reflotaron
todo lo vivido, pero fue liberador, asumieron que no hay vergüenza, la
vergüenza es del otro, del perpetrador. El día que tuvimos una charla entre
todos, llegamos a esa conclusión, que la vergüenza ya no juega más”.
Textos del horror
Los textos y las letras, que por su forma remiten a la
infancia, hablan en la muestra del horror que sufrían en ese momento. Usaban el
lápiz y el cuaderno para expresarlo y, de alguna manera, liberarse.
“El texto surgió con la primera de las retratadas. Llevó un
cuaderno con unas poesías que había escrito. Luego se ofreció a contarme la
historia y repetí la forma de la historia narrada por escrito con los otros
participantes. Filmé ese momento y así surgió otra forma de narración. Son
textos fuertes, pero es la realidad”.
“Soy consciente que muchas personas descubrieron lo que
estaban pasando estos chicos, tal vez sus familiares y amigos, a través de este
trabajo, pero uno lo cuenta como puede. Así que ahora se estarán dando cuenta
de esta manera. A veces, uno no es bueno con las palabras y este tipo de cosas,
ayuda a expresarse cuando no se puede decir de otra manera”.
“Infancias silenciadas”: una exposición necesaria
Revisado por
Marcos
en
10:52 a.m.
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